El poeta la vio pasar, aprisa; y
aprisa corrió tras ella y se quejó:
-¿Y nada para mí? A tantos poetas
que valen menos ya los has distinguido: ¿y a mi cuándo?
La Fama, sin detenerse, miró al
poeta por encima del hombro y contestó sonriéndole mientras apresuraba la
carrera:
-Exactamente dentro de dos años,
a las cinco de la tarde, en la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras,
un joven periodista abrirá el primer libro que publicaste y empezará a tomar
notas para un estudio consagratorio. Te prometo que allí estaré.
-¡Ah, te lo agradezco mucho!
-Agradécemelo ahora, porque
dentro de dos años ya no tendrás voz.
Espiral
Regresé a casa en la madrugada,
cayéndome de sueño. Al entrar, todo obscuro. Para no despertar a nadie avancé
de puntillas y llegué a la escalera de caracol que conducía a mi cuarto. Apenas
puse el pie en el primer escalón dudé de si ésa era mi casa o una casa idéntica
a la mía. Y mientras subía temí que otro muchacho, igual a mí, estuviera durmiendo
en mi cuarto y acaso soñándome en el acto mismo de subir por la escalera de
caracol. Di la última vuelta, abrí la puerta y allí estaba él, o yo, todo
iluminado de Luna, sentado en la cama, con los ojos bien abiertos. Nos quedamos
un instante mirándonos de hito en hito. Nos sonreímos. Sentí que la sonrisa de
él era la que también me pesaba en la boca: como en un espejo, uno de los dos
era falaz. «¿Quién sueña con quién?», exclamó uno de nosotros, o quizá ambos
simultáneamente. En ese momento oímos ruidos de pasos en la escalera de
caracol: de un salto nos metimos uno en otro y así fundidos nos pusimos a soñar
al que venía subiendo, que era yo otra vez.
Cuentos cortos completos
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