lunes, 7 de mayo de 2012

El último tren



RELATOS INDIGNADOS 



Amadeo se sentó en uno de los bancos de la gran sala de espera de La Estación de Norte, ese edificio de arquitectura modernista que le había maravillado desde que era un niño. Solía venir a menudo porque le recordaba el tiempo lejano cuando paseaba de la mano de su padre entre los andenes. Dejó el maletín a su lado. Miró el panel de salidas. Salía un tren a Barcelona en cuarenta minutos. No era tan caro como el AVE, ni tan veloz, ni se habían hecho tan costosas inversiones a cargo del bolsillo del contribuyente pero eso era lo de menos, lo que importaba era el fasto, lo que suponía para las ciudades estar conectadas por la alta velocidad, aunque fuera improductivo y de eso en Valencia sabían un rato. De eso y de fastos, y de eventos y de corrupciones.

Cuarenta minutos después, Amadeo vio partir el tren de Barcelona y más tarde el de Alicante y tres o cuatro más de cercanías y observó que la oscuridad del exterior se iba haciendo patente y lentamente se encendían las luces de la sala de espera. Miró de nuevo el panel de salidas. Diez minutos después vio partir el tren para Andalucía. Siempre había querido ir a Sevilla y nunca había podido ser.

Suspiró hondamente pensando en la manera de decirle a María que tras treinta años en la empresa lo habían despedido, sin explicaciones,  y ya no importaba si era procedente o no. Desde hacía una semana, nada importaba. El mundo, su mundo había dado un vuelco. Le habían dicho que ya no era un activo necesario  y le concedían la indemnización que marcaba la nueva ley.

Se levantó, tomó el maletín y se dirigió hacia la salida temiendo que quizás este había sido el último tren de su vida.



1 comentario:

  1. EL PAN NUESTRO DE CADA DIA Y MIENTRAAS LOS POLITICOS Y SIBDICALISTAS CON LAS AUTONOMIAS VIVIENDO A NUESTRA COSTA, A COSTA DE LOS ESÀÑOLES. ME HA GUSTADO EL RELATO ES REALISTA

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